Una oración es un grupo de palabras que juntas tienen un significado completo y nos dicen algo. Piensa en las oraciones como pequeñas historias o frases que usamos para comunicarnos. Por ejemplo, en la oración “El perro juega en el jardín”, estamos diciendo qué está haciendo el perro y dónde.
Las oraciones siempre tienen al menos un sujeto, que es de quién estamos hablando puede ser una persona, cosa o animal, y un predicado, que es lo que está haciendo.
Por ejemplo, si decimos -El sol brilla, El sol es el sujeto porque es de lo que estamos hablando.
Por otro lado, el predicado es la parte que nos cuenta qué hace el sujeto, qué le pasa o qué actividad está realizando. En la oración – El sol brilla, brilla es el predicado porque nos dice qué está haciendo el sol. Ahora tu, prueba a resolver esta oración:
Entonces, cuando juntas el sujeto y el predicado, tienes una oración completa que te cuenta algo claro sobre el sujeto. Es como unir dos piezas para formar una imagen completa.
Las oraciones nos ayudan a expresar nuestras ideas y contar lo que pasa. Cada oración tiene dos partes importantes: el sujeto, que es la persona, animal o cosa de la que hablamos, y el predicado, que describe lo que el sujeto hace o lo que le sucede.
Juntas, estas dos partes forman una oración completa que comunica claramente un mensaje. Comprender cómo se construyen las oraciones te facilita leer y escribir, y te ayuda a comunicarte mejor.
Cuando hablamos o escribimos, usamos oraciones para decir cosas. Las oraciones son grupos de palabras que tienen sentido, y nos ayudan a contar algo, a hacer preguntas o a decir cómo nos sentimos. Pero dentro de cada oración hay dos partes muy importantes que trabajan juntas para que todo tenga sentido: el sujeto y el predicado.
Podemos imaginar que una oración es como un equipo. En este equipo, el sujeto es el jugador que hace algo, y el predicado es lo que ese jugador está haciendo. El sujeto es de quien se habla, y el predicado es lo que se dice de ese alguien o algo. Estas dos partes son necesarias para que la oración esté completa y podamos entenderla bien.
Vamos a ver esto con una oración muy sencilla: “El perro corre.” En esta oración, el sujeto es “El perro”, porque estamos hablando de él. El predicado es “corre”, porque es lo que el perro está haciendo. Si solo dijéramos “corre”, no sabríamos quién corre. Y si solo dijéramos “el perro”, no sabríamos qué está haciendo el perro. Por eso, las dos partes son importantes.
A veces, el sujeto puede ser una persona: “Ana canta.” Aquí, Ana es el sujeto, y canta es el predicado. También puede ser una cosa: “La pelota rueda.” La pelota es el sujeto, y rueda es el predicado. Incluso puede ser un animal, un lugar o cualquier cosa de la que estemos hablando. El sujeto puede tener una palabra o varias, y lo mismo pasa con el predicado.
Hay oraciones un poquito más largas, pero siguen teniendo estas dos partes. Mira esta: “El niño pequeño juega en el parque.” El sujeto es “El niño pequeño”, porque hablamos de él. Todo lo demás, “juega en el parque”, es el predicado, porque estamos diciendo qué hace y dónde lo hace.
Una manera fácil de encontrar el sujeto es preguntarnos: ¿de quién estamos hablando? Y para encontrar el predicado, podemos preguntarnos: ¿qué hace o qué se dice del sujeto? Esta forma de pensar nos ayuda a separar las dos partes y entender mejor las oraciones.
Cuando aprendemos a reconocer el sujeto y el predicado, también empezamos a escribir mejor. Podemos hacer oraciones más completas, más claras, y más interesantes. Esto nos ayuda a expresarnos bien en clase, en cuentos, en cartas o cuando hacemos tareas.
Además, reconocer estas partes nos ayuda a leer con más atención. Cuando estamos leyendo un cuento y entendemos quién hace qué, podemos imaginar mejor lo que está pasando. También nos ayuda a no confundirnos y a disfrutar más lo que leemos.
El sujeto y el predicado son como dos amigos inseparables. Siempre van juntos en una oración y se necesitan para contar algo importante. Sin uno de ellos, la oración no estaría completa.
Así que, la próxima vez que leas o escribas una oración, piensa en estos dos compañeros. Busca quién es el sujeto, o sea, de quién se habla, y luego busca el predicado, que es todo lo que se dice de ese sujeto. Con esta práctica, cada día vas a entender mejor el lenguaje y te convertirás en un gran lector y escritor.
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