Las emociones son estados de ánimo que podemos sentir a los largo de nuestro día, ya que son sentimientos que viven dentro de las personas y conforme van creciendo, van conociendo más sobre ellas, la felicidad, enojo, el amor, la tranquilidad, estar preocupado, pensativo, sorprendido, enfermo, triste, emocionado, aburrido, asustado, avergonzado o molesto. Te pongo los ejemplos siguientes.
La primera emoción que podemos conocer en un bebe es la felicidad ya que si platicamos con el estará feliz y en su cara veremos que sonríe y hasta puede gritar de emoción, pero si no le damos el juguete que quiere, se enojara y sentirá desesperación ya que no puede hablar para decir lo que quiere pero lo hace notar haciendo un berrinche , y por otro lado si no le cambian el pañal él bebe llorara porque este triste o siente incomodidad, a todos estos estados de ánimo son lo que conocemos como emociones.
Tenemos el ejemplo de Luis, es un niño de 10 años el cual su mama le dice que si en su examen saca 10 le comprara el video juego que tanto ha querido, Luis se pone muy feliz a estudiar y hacer todo lo posible para poder ganarse su video juego, a la hora de su examen se siente muy nervioso pero sabe que puede hacerlo ya que estudio para tener una recompensa, que es pasar su examen, para que su mama este orgullosa de él y le compre lo que le prometió.
En el ejemplo de Luis podemos identificar las siguientes emociones: Felicidad, Nervios, hacer sentir Orgullosa a su mama, y sentir el Éxito al saber que logra lo que se propuso. Así como estas ¿Qué otras emociones conoces tú, y cuál es tu favorita?
Las emociones no se ven como una pelota o un juguete, pero sí las podemos sentir muy fuerte. Es como cuando ves a tu mejor amigo después de varios días y sientes una alegría que te hace querer brincar. O como cuando se va la luz y todo queda oscuro, y sientes un susto que te hace correr con mamá o papá. Eso que sentimos por dentro tiene nombre y es muy importante reconocerlo.
Hay emociones que nos hacen sentir bien, como la alegría, el amor o la calma. Cuando estamos alegres, sonreímos, hablamos más y tenemos ganas de jugar. Sentimos cosquillitas en la panza y el corazón se siente contento. También sentimos amor cuando abrazamos a nuestra familia, cuando jugamos con nuestras mascotas o cuando alguien nos dice algo bonito.
Esas emociones hacen que el día se sienta más bonito y que queramos compartirlo con los demás.
Pero también hay emociones que pueden ser incómodas, como la tristeza, el enojo o el miedo. Y está bien sentirlas. Todos sentimos eso en algún momento. Cuando estamos tristes, puede que nos den ganas de llorar, de estar solos o de que nos abracen.
La tristeza aparece cuando perdemos algo que queríamos, cuando algo no sale como esperábamos o cuando extrañamos a alguien. Aunque no se siente bonito, la tristeza también nos ayuda, porque nos enseña a valorar las cosas y a buscar consuelo.
El enojo es otra emoción que todos conocemos. Puede hacer que frunzamos el ceño, que hablemos fuerte o que queramos gritar. El enojo aparece cuando algo no nos parece justo, cuando alguien nos molesta o cuando las cosas no salen como queríamos.
Es muy importante saber qué hacer con el enojo, porque si lo guardamos mucho tiempo o lo dejamos salir de manera brusca, podemos lastimar a alguien con nuestras palabras o acciones. Pero si aprendemos a respirar, a hablar con calma y a decir cómo nos sentimos, el enojo puede irse y darnos tranquilidad.
El miedo también es una emoción natural. Nos protege. Si no sintiéramos miedo, podríamos correr peligros sin darnos cuenta. El miedo nos avisa cuando algo no es seguro, como no cruzar una calle sin mirar o no hablar con desconocidos. Pero a veces el miedo aparece aunque no haya un peligro real, como cuando imaginamos monstruos por la noche. En esos casos, lo mejor es hablarlo con alguien de confianza para darnos cuenta de que estamos seguros y todo está bien.
Hay muchas emociones más, algunas se combinan entre sí. Puedes sentir nervios y emoción al mismo tiempo antes de hablar frente a tu grupo. O puedes sentir alegría y un poco de nostalgia al despedirte de alguien que quieres. Todas las emociones son válidas y todas merecen ser escuchadas. No hay emociones buenas o malas. Lo importante es aprender a reconocerlas, decir lo que sentimos y actuar con respeto hacia nosotros y hacia los demás.
A veces no sabemos decir lo que sentimos, y eso puede hacernos sentir confundidos. Pero no pasa nada, podemos aprender. Una buena forma de empezar es mirando dentro de nosotros y preguntarnos: ¿qué siento? ¿Dónde lo siento? ¿Por qué me siento así? Cuando tenemos las palabras correctas, podemos explicar mejor lo que nos pasa y así recibir ayuda o simplemente sentirnos mejor.
También es importante aprender a escuchar las emociones de los demás. Si vemos a un amigo callado o con los ojos tristes, podemos acercarnos y preguntarle si quiere hablar. A veces, solo con estar ahí, con un abrazo o una sonrisa, ya estamos ayudando mucho. Ser amables y respetar los sentimientos de otras personas es una forma de cuidar a nuestros amigos y compañeros.
Cuando no sabemos cómo controlar nuestras emociones, podemos usar herramientas como respirar profundamente, contar hasta diez, dibujar lo que sentimos, escribir, hablar con un adulto o simplemente darnos un tiempo para estar tranquilos. Esas acciones se llaman regulación emocional, y son como pequeños trucos que nos ayudan a sentirnos mejor.
En la escuela, en casa, en el parque, donde estemos, nuestras emociones nos acompañan. Aprender a conocerlas es como tener un mapa del corazón. Nos guía, nos enseña y nos ayuda a vivir mejor. También podemos usar nuestras emociones para crear cosas hermosas, como cuentos, dibujos, canciones o juegos. Cuando ponemos lo que sentimos en lo que hacemos, todo se vuelve más especial.
Así que la próxima vez que sientas algo fuerte por dentro, no te asustes. Escucha a tu corazón. Piensa qué te está diciendo. Habla con alguien. Llorar, reír, brincar o quedarte en silencio también son formas de expresar lo que sentimos. Y todas están bien, si lo hacemos con respeto.
Las emociones son parte de quienes somos. Nos hacen únicos, nos conectan con los demás y nos permiten crecer. No estás solo en esto. Todos sentimos, todos aprendemos. Y lo más bonito de todo es que cada emoción que pasa por nuestro corazón nos enseña algo nuevo sobre nosotros mismos.